No muy seguro asentí y empecé a alejarme sin dejar de mirarla. En el mismo momento en que me sumergí en la protectora oscuridad del bosque ella entró en un cerco de luz.
-Nos vemos por aquí.-le dije antes de desaparecer en el bosque sin dejar que ella me dijera nada más.
Volví donde se había quedado mi vieja bolsa de lona abandonada. Fui abriéndome paso por el bosque sin poder quitarme de la cabeza a esa chica con el cabello de fuego. Sus nervios, su sonrisa y su tierna mirada me habían despertado un instinto protector.
Sus padres. Eso era un misterio. Si eran profesores, significa que no son humanos. Pero si han empezado a admitir alumnos humanos, por que no iban a probarlo con profesores. Hasta que no los viera no podría saber lo que en realidad eran. -Bianca si es humana.-me dije para que todo tuviera sentido para mi.
Sacudí la cabeza para esfumar mis pensamientos y recogí la bolsa. Después me puse en marcha. Tenia que inspeccionar todos los alrededores del internado. Caminé buscando escondrijos, caminos de acceso rápido y de salida.
De tanto en tanto me asaltaba el recuerdo de sus mejillas enrrogecidas y de su latido descontrolado debajo de mi cuerpo. Me preocupé por ella, si sus padres cumplían mis sospechas, al volver a casa podría tener una gran pelea, y a saber como podía acabar ella. Un sentimiento de furia me recorrió por las venas. Eso me asustó. Yo nunca había sentido nada por una chica, a parte del deseo sexual. A mis casi diecinueve años, dieciséis en el internado, es la primera vez, aparte de mi madre y mi mejor amiga, que una chica me hace sentir algo distinto y que me preocupe por ella sin podérmela quitar de la cabeza.
No podía involucrarme más con esa chica. No podía seguir cayendo en ella, en su mirada ni en su sonrisa. Tenia que tener la cabeza fría si quería sobrevivir en este sitio. Solo podía desearle mucha suerte y que no le den importancia a su pequeña fuga.
-BIANCA-
Volvía a ascender la larga escalera de caracol hasta llegar al último piso de la torre, todavía temblorosa a causa de la descarga de adrenalina. Esta vez no me molesté en no hacer ruido. Me desplomé en el sofá. Me habían quedado unas cuantas hojas enredadas en el pelo, y empecé a quitármelas.
-¿Bianca?-Mi madre salió de su dormitorio, anudándose el cinturón de la bata.-¿Has madrugado para ir a dar un paseo, corazón?-dijo sonriendo somnolienta.
-Sí.-contesté, con un suspiro. Ya no valía la pena montar una escena dramática.
Mi padre salió y la abrazó por detrás.
-No puedo creer que nuestra niñita ya esté en la Academia Medianoche.
-El tiempo pasa tan rápido...-se lamentó mi madre con un suspiro.-Cuanto mayor te haces, más rápido pasa.
-Lo se.-dijo mi padre sacudiendo la cabeza.
Refunfuñé y las sonrisas de ellos se ensancharon.
"Parecen muy jóvenes para ser tus padres", solía comentar la gente de mi pueblo, pero en realidad querían decir "demasiado guapos". En ambos casos era cierto. Mis padres me decían que me convertiría en una mujer muy guapa, pero eso es lo que suelen decir todos los padres.
-Vamos a darte algo de desayunar-dijo mi madre dirigiéndose a la cocina.-¿O ya has tomado algo?
-No, todavía no.
No habría sido una mala idea comer algo antes de mi gran escapada. Si Lucas no me hubiera detenido, en estos momentos estaría vagando por el bosque con un hambre de lobo y una larga caminata hasta Riverton. Menudo plan de fuga.
Me vino la imagen de Lucas abalanzándose sobre mí y los dos rodando entre la hierba y las hojas. Me había dado un susto de muerte y me estremecí al recordarlo, aunque por razones bien distintas.
-Bianca.-mi padre interrumpió mis pensamientos con un tono serio al sentarse a mi lado.-Sé que no es lo que más deseas, pero Medianoche es importante para ti.
-No quiero volver a tener esta conversación ahora.-le corté cansada.
-Adrián, déjala en paz.-Mi madre me dio un vaso y regresó a la sartén.-Como no espabilemos llegaremos tarde a la reunión del profesorado previa a la presentación.
-¿Por qué ponen estas cosas tan pronto?-dijo mirando la hora.-Como si a alguien le apeteciera bajar ahí a estas horas.
-Cuánta razón tienes.-murmuró ella al vaciar el espeso liquido de su taza.
Para ellos, cualquier hora antes del mediodía era demasiado pronto. Acabaron de prepararse mientras me tomaba el desayuno, me hicieron un par de bromas para animarme y me dejaron sola sentada en la mesa. Pues bueno.
Bastante después de que bajaran la escalera y las manecillas del reloj se arrastraran sigilosas hacia la hora de la presentación, yo seguía en la silla. Creo que intentaba convencerme de que, mientras no me acabara el desayuno, no tendría que ir a conocer a todas esas personas nuevas.
El hecho de que Lucas estuviera entre ellas-una cara amiga, un protector-ayudaba un poco. Aunque no mucho.
Finalmente, cuando fue obvio que no podía posponerlo más, entré en mi habitación y me puse el uniforme de Medianoche.
-Lucas-
La luz del día ya bañaba los prados verdes. Miré la hora y me sobresalté. ¿Ya? Era tardísimo. Tenia que llegar a la presentación. Allí vería a todos los alumnos, los profesores y la directora, la señora Bethany, según mis conocimientos, peligrosa.
Me dirigí hacia el interior del internado. Me sabia cada pasillo de memoria, todas las estancias y habitaciones. La ventaja de tener los planos tres meses antes de entrar.
Todos lucían perfectos. Sus cabellos todos bien peinados, sus sonrisas impolutas y los uniformes a medida. Cada uno iba con una variación de uniforme diferente, combinando los polos y los colores de faldas y calcetines de media. Todos derrochaban seguridad, superioridad y desdén.
Pero no solo había ese grupo de alumnos. Si me fijaba en las paredes, había varios alumnos solos, con aspecto más descuidado, no tan perfectos, a los cuales ya se los había tachado de marginados. Un grupo en el que automáticamente, por ser humano, estoy incluido. Aunque no era un humano corriente, me convenia, por donde me había metido, que nadie se enterara.
En ese momento todos desviaron los ojos a la entrada. Alcé un poco mi cabeza para ver quien había entrado. Ahí, en la puerta, me encontré con Bianca. Ella al darse cuenta de los miles de par de ojos que estaban sobre ella se puso roja y nerviosa. Quise llamarla, decirle que se tranquilizara y que todo iría bien, pero no podía, tenia que seguir estricto respecto a lo que me había propuesto, que era no involucrarme con ella.
Al cabo de unos segundos, todos desviaron de ella sus miradas y siguieron hablando, como si ella ya hubiera tenido sus segundos de atención que le tocaban. Eso demostraba que era humana. Sino, hubiera estado incluida en el grupo de inmediato.
Sonreí y la seguí observando de lejos. Estaba roja y nerviosa. Ya no tenia hojas enganchadas en su revuelto moño, al cual había sustituido con una roja coleta alta. Ella, ya más tranquila, observó a los chicos que estaban en nuestra misma situación.
De repente ella alzó su cabeza como buscando a alguien entre la multitud del vestíbulo. Antes de que me viera me puse detrás de un grupo, que hizo de obstáculo y no me vio.
-¡Atencion!
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Holaa, siento no escribir, es que estaba centrada en el otro blog, y la inspiración viene y va como quiere. Iba a hacer un maratón pero he considerado mejor ir colgando cuando tenga capitulo, así no tardo tanto. Espero que os guste;)